Croquetas de papa: Delicia casera que no pasa de moda

Las croquetas de papa son un plato versátil y delicioso que puede disfrutarse en cualquier momento del día. Ya sea como aperitivo, acompañamiento o incluso como plato principal, su textura crujiente por fuera y suave por dentro las convierten en una elección irresistible. Además, son una excelente manera de aprovechar las papas sobrantes y de dar rienda suelta a tu creatividad en la cocina. A continuación, te presentamos una receta paso a paso para preparar croquetas de papa perfectas.

Ingredientes:

4 papas medianas (alrededor de 800 g)

2 huevos

½ taza de pan rallado

½ taza de queso rallado (opcional, puede ser parmesano o cualquier queso de tu preferencia)

2 cucharadas de perejil fresco picado

½ cucharadita de nuez moscada (opcional)

Sal y pimienta al gusto

Aceite para freír

Instrucciones:

Preparar las papas: Pela las papas y cócelas en agua con sal hasta que estén bien tiernas. Escúrrelas y hazlas puré mientras aún están calientes. Deja enfriar.

Mezclar los ingredientes: En un recipiente grande, mezcla el puré de papa con un huevo, el queso rallado (si lo usas), el perejil, la nuez moscada, la sal y la pimienta. Asegúrate de que la mezcla quede homogénea.

Formar las croquetas: Toma porciones de la mezcla y dales forma de cilindros o bolas, según prefieras. Pasa cada croqueta primero por el huevo restante (batido) y luego por el pan rallado, cubriéndolas completamente.

Freír: Calienta el aceite en una sartén profunda o freidora. Cuando esté bien caliente (alrededor de 180 °C), fríe las croquetas en tandas pequeñas hasta que estén doradas por todos lados. Colócalas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.

Sugerencias para servir y conservar:

Sirve las croquetas calientes, acompañadas de una salsa de tu elección, como alioli, mayonesa con hierbas o ketchup casero.

Si te sobran croquetas, guárdalas en un recipiente hermético en el refrigerador por hasta 3 días. Para recalentarlas, utiliza el horno o una freidora de aire para que recuperen su textura crujiente.

También puedes congelarlas antes de freír. Colócalas en una bandeja, congélalas por completo y luego transfiérelas a una bolsa hermética. Déjalas descongelar ligeramente antes de freír.

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