Introducción: El pollo es uno de los ingredientes más versátiles y consumidos en todo el mundo, pero al momento de elegir entre pollo amarillo y pollo blanco, muchos se sienten indecisos. Ambos tipos ofrecen beneficios únicos en sabor, textura y uso en la cocina. Este artículo te ayudará a entender las diferencias entre ellos, cómo elegir el mejor para tus recetas y qué considerar al prepararlos para aprovechar al máximo sus características.
Ingredientes:
1 pollo (amarillo o blanco, según tu preferencia)
Aceite de oliva
Sal y pimienta al gusto
Limón (opcional)
Ajo (opcional)
Hierbas frescas o secas (como romero, tomillo, o albahaca)
Instrucciones:
Selecciona el pollo adecuado: Si prefieres un pollo más jugoso y con un sabor más intenso, el pollo amarillo será tu mejor opción. Si buscas una carne más magra y ligera, el pollo blanco es el indicado.
Preparación: Lava el pollo bajo agua fría y sécalo con papel absorbente. Si estás utilizando pollo entero, asegúrate de retirar las vísceras y las plumas restantes.
Marinado (opcional): Si deseas realzar el sabor, marina el pollo con aceite de oliva, jugo de limón, ajo picado, y tus hierbas favoritas durante al menos 30 minutos.
Cocción: Calienta una sartén o parrilla a fuego medio-alto. Cocina el pollo durante 10-15 minutos por cada lado, dependiendo del tamaño y grosor. Asegúrate de que la carne esté bien cocida, alcanzando una temperatura interna de al menos 75°C (165°F).
Reposo: Deja reposar el pollo por 5 minutos después de cocerlo para que los jugos se distribuyan.
Consejos para servir y almacenar:
Servir: Acompaña tu pollo con guarniciones frescas como ensaladas, papas asadas, o arroz. Si utilizas pollo amarillo, un toque de salsa de mostaza o miel resalta su sabor más profundo.
Almacenamiento: Guarda las sobras en un recipiente hermético en el refrigerador por hasta 3 días. El pollo cocido también puede congelarse por hasta 3 meses. Recuerda que el pollo blanco se seca más rápidamente que el pollo amarillo al ser recalentado.
Variantes:
