Cepillado de las boquillas: Humedece el cepillo con agua tibia y jabón, y cepilla las boquillas y los difusores para eliminar la grasa acumulada.
Enjuague y secado: Limpia con un trapo limpio y seco para eliminar cualquier resto de agua. Asegúrate de que todo esté bien seco antes de volver a montar las piezas.
Prueba de la llama: Una vez todo esté seco y montado, abre el gas y enciende los quemadores. Observa si la llama es más fuerte y constante.
Sugerencias para servir y conservar:
Puedes conservar el trapo y los cepillos de limpieza exclusivamente para la estufa, para evitar que se contaminen con otros productos.
Realiza limpiezas regulares de las boquillas cada dos semanas para evitar la acumulación de suciedad.
Si notas que el gas sigue fluyendo débilmente a pesar de la limpieza, podría ser un problema de presión en la línea de gas o la válvula, en cuyo caso es mejor contactar a un técnico especializado.
Variante:
Si prefieres una solución más natural para desinfectar y eliminar restos de grasa, utiliza vinagre blanco o jugo de limón en lugar del jabón. Ambos ingredientes tienen propiedades limpiadoras y desinfectantes, perfectos para una limpieza profunda y ecológica.
Preguntas frecuentes:
¿Con qué frecuencia debo limpiar las boquillas?
Dependerá del uso de la estufa, pero lo ideal es hacerlo cada dos semanas o cuando notes que la llama empieza a debilitarse.
¿Puedo limpiar las boquillas si no tengo un palillo?
Sí, puedes usar un objeto pequeño y delgado, como una aguja o un alfiler, siempre con cuidado de no dañarlas.
¿Qué hago si no puedo quitar la suciedad incrustada?
Puedes intentar sumergir las piezas de la estufa en agua tibia con vinagre durante unos minutos para ablandar la suciedad antes de intentar limpiarlas nuevamente.