Introducción
¿Te ha pasado que compras una buena hogaza de pan y al día siguiente parece una piedra? ¡No lo tires! Existen métodos simples y sorprendentes para devolverle suavidad y sabor. En este artículo, te compartimos un truco infalible y fácil de aplicar que transformará tu pan duro en uno casi recién horneado. ¡Manos a la obra!
Ingredientes:
Pan duro (tipo baguette, hogaza o pan casero)
Agua (preferiblemente a temperatura ambiente o ligeramente tibia)
Papel de aluminio (opcional, pero recomendado)
Horno convencional o tostadora con función de horneado
Instrucciones:
Precalienta el horno a 150-160 °C (300-320 °F).
Toma el pan duro y humedece ligeramente la corteza con agua. Puedes hacerlo pasando el pan bajo un chorro de agua durante 3-5 segundos o usando un pulverizador.
Envuelve el pan en papel de aluminio si quieres una miga más blanda y una corteza más uniforme. Si prefieres una corteza más crujiente, no lo envuelvas.
Coloca el pan directamente sobre la rejilla del horno y hornéalo durante:
7 a 10 minutos si es un pan pequeño o mediano.
Hasta 15 minutos si es una hogaza grande.
Sácalo del horno, deja que repose unos minutos, ¡y disfruta de tu pan renovado!
Consejos de presentación y almacenamiento:
Sirve el pan recién “revivido” con un poco de aceite de oliva y sal gruesa, o úntalo con mantequilla y ajo para hacer bruschettas.
Una vez recalentado, consúmelo el mismo día, ya que volverá a endurecerse.
Para conservar pan fresco por más tiempo, congélalo en porciones apenas enfríe después de horneado y usa este método al descongelarlo.
Variaciones: